viernes, 16 de enero de 2015

Hoja de Ruta para un programa municipal. La gestión inteligente de las ciudades hoy

"Hace falta un nuevo impulso, o un impulso diferente, que permita avanzar de verdad en la gestión inteligente de las ciudades"
 
Antonio Díaz Menéndez.- Administración Inteligente.-  Las ciudades inteligentes han sido tema estrella en la presente legislatura municipal, y desde este blog hemos comentado y matizado diferentes aspectos relacionados con este enfoque, a mi entender demasiado escorado hacia el “negocio tecnológico y urbano” en detrimento a veces del interés general de los ciudadanos.  Ello no impide valorar “en su justa medida” los esfuerzos que políticos, instituciones, empresas y profesionales varios están realizando para impulsar este “movimiento smart”.
 
Vancouver, en la costa oeste de Canadá, es una de las
referencias  #smart City según R. Florida
Dicho esto, creo hace falta un nuevo impulso, o un impulso diferente, que permita avanzar de verdad en la gestión inteligente de las ciudades.  Para ello habría que acometer al menos cuatro tareas para actualizar esta hoja de ruta para la gestión de las ciudades, pensando en la legislatura que se avecina:  1-recuperar los ingresos, 2-tejer una nueva alianza con la ciudadanía, 3-un proyecto ciudad ético y colaborativo y 4-una gestión profesional alejada de clientelismos. Vamos a ello.
 
1.- Recuperar los ingresos locales. Nos hemos pasado una legislatura entera a golpe de reducción y austeridad presupuestaria que si bien en muchos casos era necesaria (purga de excesos anteriores), hace ya tiempo que nos está llevando a la asfixia económica y social, al austericidio puro y duro.  Esto ha venido muy bien a algunos gobiernos para vivir del pasado, y aprovechando que el “Pisuerga pasa por Valladolid”  llevar adelante su programa de reducir a mínimos el gasto público, dejándonos unas administraciones zombis, desvitalizadas y sin pulso.
 
Hay que poner la inteligencia a trabajar para recuperar los ingresos y eso pasa inicialmente por abandonar la demagogia en política fiscal. Es falso que reducir impuestos sea siempre bueno para los ciudadanos, excepto para los que más tienen y más acumulan.  Son un instrumento de redistribución y reducción de las desigualdades, y como ha mostrado Tomas Piketty , a partir de cierto nivel de desigualdad, se cercena además el crecimiento económico.
 
Evidentemente  no hay que aumentar impuestos a los emprendedores, sino mantener y mejorar sus estímulos  y “dejar en paz” a los pequeños autónomos, aligerando burocracia y controles que debemos dedicar a otros menesteres donde se obtenga mayor rendimiento. Pero no se puede “engañar” a la ciudadanía eliminando, por ejemplo, la tasa de basuras, cuando sabemos que la normativa europea de reciclaje incrementa necesariamente el coste de recogida, y perdiendo además la oportunidad de implantar una tasa ecológica y progresiva.
 
Es necesario ensayar formas  innovadoras de colaboración público privada  sin prejuicios, siempre en torno a proyectos claros y transparentes orientados al interés general y con fórmulas de control que eviten efectos perversos ya conocidos, como la privatización de beneficios y socialización de pérdidas “cuando vienen mal dadas”.   Los grupos de interés tienen que comprometerse con la realidad local en una medida similar a la que se benefician de ella.
La apertura de datos que beneficie la actividad económica debe ser general  con el único límite de la privacidad y protección de datos personales. Hay experiencias que ya nos muestran claramente los beneficios económicos  y sociales del Open Data.
 
2.- Tejer una  nueva alianza con la ciudadanía para la transición y el cambio de época, apoyada en una política de transparencia, participación y colaboración. En el último periodo, diferentes grupos de científicos sociales (como el  GIGAPP y otros)  se ocupan de investigar y conceptualizar con rigor académico un nuevo modelo de gobierno y administración.  Ahora toca poner en práctica lo que se ha venido en denominar Gobierno Abierto”.
 
Ello implica partir de un estilo de  liderazgo humilde, sobrio y cercano, más directo y menos ampuloso del que hemos conocido habitualmente, y por supuesto, con capacidad de comunicar, ilusionar y dar confianza a la ciudadanía.
Ese nuevo modelo de liderazgo tendrá que partir de códigos y protocolos de actuación pública más estrictos, adaptados a los tiempos de crisis y con un enfoque necesariamente transversal, capaz de acordar sin prejuicios con distintos sectores sociales y actores políticos el proyecto ciudad, que ha de ser abierto y muy participativo, como pregonan algunos políticos con experiencia (Odón Elorza).  Para poder hacerlo, quien lo encarne tendrá que ser un referente ético y tener un nivel de instrucción y preparación técnica acorde a una sociedad global inmersa en la era digital.
 
Esto requerirá en ocasiones cambios de personas y de partidos, en otras cambios  generacionales  (aunque esto por sí solo no garantiza nada).  ¿Es la hora de los “millenials”?.. Puede ser, o de aquellos que hayan entendido y comprendido las necesidades de esta generación, sepan encarnar con decisión y audacia los valores de la nueva economía y la sociedad digital (compartir, colaborar, innovar, …) y lo hagan además sin abandonar a su suerte a las generaciones precedentes, gestionando la “transición a la nueva época”.
 
3.-Definir un proyecto de ciudad ético y decente que aborde un crecimiento cualitativo y sostenible.  Este proyecto estratégico puede y debe ser diseñado con implicación de muchos actores y contendrá actuaciones piloto concretas y bien priorizadas,  que sirvan para unir -más que dividir-, que aporten utilidad, valor y soluciones desde lo local a los dos principales problemas:  el empleo y la corrupción.   Junto a ello, incluirá los servicios sociales básicos para mantener el bienestar ciudadano y las políticas públicas de acompañamiento para esta enorme transición  que estamos viviendo.
 
Será necesario hablar de cosas incómodas para algunos, de las que hasta ahora apenas hemos hablado. No alcanzaremos una ciudad decente si sigue aumentando la desigualdad entre barrios, como bien señala  J. Subirats. Tampoco si no entendemos la evolución en la formas y modos de trabajar y de vivir la ciudad, o la irrupción de la nueva economía colaborativa, con las contradicciones que plantea y que habrá que gestionar.  La  preocupación por la desigualdad ha de estar en el centro del debate, mientras se abren paso experiencias solidarias de ciudadanos conectados entre sí y barrios o ciudades colaborativas .
 
4.- Realizar una  gestión profesional, rigurosa, alejada de clientelismos y capaz de de innovar. Los directivos y funcionarios, trabajando en equipos,deberán incorporar sin complejos las redes y demás tecnología social disponible, tanto para hacer posible la profundización democrática que exige la ciudadanía, como la eficiencia que esa misma sociedad exige a los sistemas y servidores públicos. Hay que abrir paso a los emprendedores públicos.
 
Especialmente crítico será disponer de buenos gestores al frente de las áreas económicas, bien arropados por funcionarios (interventores o secretarios) conocedores de la ley y el procedimiento, a la vez que comprometidos con los resultados de la gestión.
 
Hay que gastar mejor y la democracia tiene que funcionar mejor. Lo local puede y debe ser una vez más un ejemplo a seguir.

Post relacionado: Richard Florida: " La prosperidad de una ciudad depende de su capacidad para atraer y retener el talento creativo”

No hay comentarios:

Publicar un comentario